“No es verdad que la gente pare de perseguir sus sueños porque sean mayores, se hacen mayores porque dejan de perseguir sus sueños “.
Gabriel García Márquez
El Huayra Muyoj (viento redondo) en San Antonio de los Cobres, curte las caritas llenas de silencio.
Las calles de tierra se desdibujan al compás del polvo que re-dibuja un paisaje lleno de ausencias pero repleto de sensaciones.
El adobe en cientos de marrones, obliga a aterrizar el alma, en esta ciudad a 3775 msnm.

Un ramillete de niños con sonrisas urgentes y picardias escondidas, juegan con las ovejas, son los auténticos pastores en las nubes.
La única escuela aparece como una intrusa en el poblado indemne a la modernidad.
Con mis entrañables amigos del diario El Tribuno, en expedición solidaria venimos a aprender juntos, lo que es entramarse para generar un intercambio de conocimientos.
Las paredes de las aulas están cubiertas de afiches coloridos de efemérides, sumas y restas y hasta los bancos generan sonidos andinos, por los tornillos que les faltan.
En el pizarrón unos dibujos de cajones de muertos, con nombres de familiares, relatan la importancia de su majestad la muerte, en esta cultura donde nadie se muere pues todos sobreviven en la memoria colectiva comunitaria.


Dario está sentado saboreando el silencio, y sus dedos curtidos hacen música en el pupitre mientras su zapatilla polvorienta marca el ritmo de la melodía que atraviesa su pequeño cuerpo de artista indomable y portador de ecos de la montaña que inspiran su próxima melodía.

No se hace esperar, apenas le pido una canción, saca su Siku de la alforja y libera vientos envolventes de las cañas. Sus compañeros aportan respetable silencio, la montaña en las pequeñas manos de Darío se hacen presentes anoticiando que también en el aula, la ancestralidad tiene futuro.
Su sueño fue llegar a tocar masivamente, lo soño tanto y tan bien que se cumplió y va por mas.
Empezamos el taller de sueños, no hace falta dar muchas explicaciones, por aquí el presente es el resultado del futuro soñado. La inmensa cantidad de estos niños y niñas, son la primera generación alfabetizada en español, son hijos de una cultura que la globalización creyó domesticar pero que desde lo más profundo, la identidad se hace espacio ante tanta invasión foránea.

Clarita me pide que le lea su sueño, me acerco con la velocidad que la puna permite.
-Sueño con ser enfermera para curar a todos los que se enfermen.-
-Señor, tambien sueño con las Vacaciones que vienen poder volver a mi casa y jugar con las ovejas y mi hermanita chiquita.- Me cuenta alegre y esperanzada.
Claro, ellos pasan meses en la escuela, hasta que en el periodos de receso recién regresan a sus distantes casas en la montaña.
Son decenas los sueños, la inmensa mayoría son de servicios por dar. Son sueños de comunidad. Piden por sus familias, por sus ancianos, por sus hermanos menores y hasta por sus animalitos que ocupan lugar importante en su devenir .

Afuera se están pintando los juegos . El clima no permite areneros. Las hamacas hacen que vuelen las ideas, mientras que las sonrisas llenan de alegría el patio repleto de viejos juegos. Que las escondidas, que la payana, que la pilladita que las bolitas y por supuesto en un escalón Dario sigue bordando el lienzo desértico con sonidos milenarios mientras continúa gestando su sueño grande el de llevar su arte… al mundo.

El taller de sueños con los pastores de nubes tiene la altura del alma.
A estos niños sin celular pero con muchas células, no les hace falta telefonos inteligentes .
Antonio Salgado, el médico, en el dispensario atiende y atiende y de repente un niño toma sus manos y le dice… Dr. sueño ser como usted…solo necesito una oportunidad.
Antonio, me lo cuenta casi sin aire, mientras ya sabe que aquí tiene un colega en potencia.
Pienso en los que se llenan la boca hablando de meritocracia sin pensar en los lugares desde donde se parte en esta desigual maratón de la vida.

Ahogo mi bronca apenas veo a los niños del jardín que juegan y juegan mientras las maestras orgullosas con amor inmenso acompañan a estos niños y niñas que los sueños y solo los sueños les permitirán vivir en dignidad comunitaria.
Una de las maestras cumple sus sueños, ella quería volver a ser maestra en su pueblo y está caminando su proyecto.

Me animo a tocar la campana con alegría y fuerza, decenas de niños me saludan, me invaden las lágrimas, no me resisto, el futuro se aproxima con mayor inclusión, viene lento pero llegará…el sol que todo lo esclarece se está acercando.
¿ Hace cuánto que no haces soñar?
¿ A que comunidad te gustaría hacer soñar?
¿ Cuándo lo harás?
Imperdible Dario. y el arte fotográfico de Javier Corbalán.
En algún lado leí …..si no realizaste tú sueño alguien te pagará x hacer los de el
A soñar que no cuesta nada
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