El ruido de las alas. (libro) resiliencia

¿QUE ESTARA HACIENDO?

Demasiado tiempo me debatí en la añoranza, con la mirada clavada en la lejanía, demasiado tiempo permanecí en la soledad, así que ya no sé callar. (Nietzsche)

«Demasiado tiempo me debatí en la añoranza, con la mirada clavada en la lejanía, demasiado tiempo permanecí en la soledad, así que ya no sé callar».

Nietzsche

Los viajes hacia la casa de mis primos eran el premio que venía por las buenas
notas del último boletín.
Entonces, Córdoba o Buenos Aires, y en ocasiones ambas, soportaban mis
asombros. Mis primos no entendían mis palabras cargadas de eses y mis tíos
esquivaban mis preguntas por todo a todo.
De esta manera empecé mi vocación turística, mucho antes de que las fuerzas
pudieran con el equipaje.
Siempre número dos detrás del chofer, al lado de la camarera. De este modo,
“el Chevallier” o” el Panamericano” me llevaban lejos y solo, bajo la custodia de
las bellas azafatas que simulaban prestar atención a las interminables
advertencias de mi mamá: “No tanta gaseosa, ojo con los caramelos, acordate
de los parásitos…”. Y así hasta salir de la plataforma.
Por supuesto, tomaba toda la gaseosa que podía soportar, los sándwiches que se
me antojaban y caramelos… a puñados.
Los choferes me preguntaban de todo. Empezaban por la escuela, seguían
por mis hermanos, después por papá y mamá y terminaban con la pregunta
habitual: “¿Tenés novia?” Yo comenzaba a hablar de Hortensia. Ni los vasos de
Coca Cola calmaban mi monólogo.
Mientras la azafata me cuidaba, yo la observaba con gran intriga. Durante
mucho tiempo pensé que sería la esposa del chofer y me invadía la duda.
¿Quién será el marido? ¿El gordo o el rubio?
Quise, pero nunca pude, seguirlos para ver con cuál de los dos se iba ella y
aclarar el enigma, pero me quedé con la duda.
Las de Chevallier son más lindas. Las del Panamericano son más flacas. Con
tacos altos y pollera breves, blazer al tono y pañuelo al cuello, sujetado con un
prendedor con el nombre de la empresa. Calzaban además un gorrito que me
hacía reír, pues se asemejaba al tazón de mate cocido de nuestra cocinera.
Cuando iban hacia el fondo del ómnibus con los termos, eran acompañadas con
las miradas de los pasajeros y de los choferes que las espiaban desde el espejo
retrovisor.
Para dormir, había unas almohadillas forradas en cuadrillé rosa. Mientras me
apoyaba en ellas, recordaba al pintorcito que estaba junto al mar, a Hortensia, mi compañerita que se había marchado a Mar del plata dejandome con el amor en el alma. Sentía que Córdoba quedaba lejos pero Mar del Plata, mucho más.
Al llegar a la terminal grande, alguno de mis tíos me esperaba y recibía las
felicitaciones de la tripulación por “tan locuaz sobrino”. Un “gracias”, algo
asustado, era la respuesta, pues ya se preparaban para mi incontenible
verborragia.

Un primo de mi edad, unos tíos ocupadísimos y un lugar tan diferente, hacían de
las vacaciones cordobesas una nueva vida.
Mario era muy rubio. Su pelo, casi de color de los anillos que vendía mi tío, su
papá. Yo parecía su negativo. Nadie hubiera creído que éramos parientes.
Tenía juguetes que ni en la tele de Santiago salían, hasta una pista de autitos
que funcionaban solos, sin quisiera tocarlos. Los poníamos en movimientos
desde lejos, con un aparatito y ¡chau! Subían montañas, atravesaban puentes;
hasta se levantaban las barreras del tren. Pero él no tenía el más mínimo
conocimiento sobre los sapos en los estanques de don Lazarte, ni de los karting
armados con rulemanes y maderas de cajón de manzana “Moño azul” y ni que
hablar de la bicicleta para dos.
¡Ah!, las ventajas del atraso.
La llegada de los mayores después del trabajo, nos debía encontrar sanos y
salvos. Era entonces cuando la dulzura del protocolo nocturno cobraba una
fuerza celestial.
Nos sentábamos a la mesa con muchos platos, brillosos tenedores, la soda que
se preparaba en sifón plateado y platitos de diferentes formas para el postre.
Había además una cocinera que comía aparte.
Luego de cenar, había que cepillarse los dientes, vestirse de sueños y a la
cama, apenas la familia Telerín bostezaba en la tele. Y ahí, ya horizontales, nos
disponíamos a escuchar a la tía Esther, que con su voz gastada por las ofertas
del día nos regalaba el cuento de las buenas noches. De esa forma conocí a la
seductora Blanca Nieves y a la confiada Caperucita. El beso de despedida, con
gusto a poco, marcaba el final de las historias. Entonces ella salía despacito,
casi en puntas de pie, para no despertar nuestros ojos que simulaban sueño.
Esta parte del día me gustaba, tenía un encanto muy ajeno a mis noches
santiagueñas.
Con el tiempo, los cuentos repetidos, el beso automático, la cocinera sola, el
sifón panzón dejaron de divertirme, pues yo podía adivinar cuál era la frase que
vendría a continuación… El lobo parecía indigestado de abuelitas y los enanos
eran como diez.
De todas maneras, gozábamos más con nuestro sueño fingido que con los
cuentos repetidos.


Fue en esa casa, donde el cemento reinaba y solo en las macetas había tierra,
Allí, conocí la dura sensación de extrañar.
Bastaba una pregunta: -¿Qué estará haciendo?-, para que la imagen de mi
mamá apareciera e inmediatamente lagrimas y pucheros me
hacían repicar mi corazón. Inventé juegos para que nadie se enterara. El mejor, las escondidas. Conseguí el lugar más difícil. No para ganar, sino para estar el
mayor tiempo posible con mis secretas lagrimas y pensando en ella.
Un sitio adecuado era el lavadero, entre el lavarropas y la piletita. Solía sentarme
en el suelo y cubrirme con una sábana. Esto me aseguraba un buen rato para
extrañarla.

..Capitulo 20 de mi próximo libro, El Ruido de las Alas. En el día de la madre, te sigo añorando. Desde donde estes Gracias mamá.

13 comments on “¿QUE ESTARA HACIENDO?

  1. Hugo Noroña

    Hermoso relato Israel , como los que hemos vivido de niño , casi calcado , me lleva a imaginar el recuerdo de esas juntadas , esa mamá que se ponía exultante, rebosante de alegría . Abrazo querido Isra.

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  2. Mario Cerutti

    Abrazo grande Isra! Gran día para homenajearlas.

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  3. Mariela Riba

    Que bella historia Isra.. como siempre. realmente cua to se extrañan. por siempre ellas. nuestras madres . las reinas de nuestros corazones. Así lo siento. y la extraño cada día de mi vida.
    un abrazo grande

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  4. ranculches

    Quizás mis ojos mojados respondan mi agradecimiento para con está columna llena de sensaciones y recuerdos aún aleteando en mi interior junto al pecho de mi madre !! Feliz día de la madre !
    Unicas si las hay !! Abrazo !!

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  5. Seguimos huérfanos capitán.

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  6. Hermosa esa viejita Israel!!! Donde sea que esté te sigue amando … como se ve claramente!!

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  7. Alejandro Caramagna

    Glorioso & sublime obra de arte.
    Tu Mamita Ana está precisamente en el núcleo de tu/vuestro corazón.
    Ahí vive ella pulsando bonito tus hermosas palabras ya que nuestros muertos queridos nunca se alejan, simplemente se hacen invisibles.
    Beso a tu bello & exquisito corazón hermanito de mi alma!

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