La rebeldía es el único refugio digno de la inteligencia frente a la imbecilidad.
Arturo Pérez-Reverte
En la majestuosa sala de edictos de la alcazaba de La Alhambra, Fernando II e Isabel I anunciaban el edicto de Granada. El clima no llegaba a los 20 grados, pero el caldeamiento avecinaba la hoguera. Se les concedió “amablemente” la posibilidad de abandonar su fe o abandonar el territorio. Una forma realmente sutil de empujarlos al cristianismo o al destierro. Torquemada -mientras tanto- recogía madera seca.
Como la costumbre hebrea enseña, cuando se tiene una sola opción es señal de rigidez, cuando hay dos opciones es el nacimiento del conflicto, recién cuando se tiene una tercera opción es momento de empezar a ver la posibilidad de decidir.
Es así que un grupo importante eligieron una tercera vía, fingir la conversión y seguir practicando su judaísmo en forma discreta y secreta.
Seguían estos rebeldes rezando y portando su manto de plegarias en su cuerpo, debajo de la camisa. Ese pedazo de lienzo en forma de camiseta, que en sus cuatro puntas tiene unos flecos con nudos, que lo llamamos “talit”.
Así los falsos conversos o los fieles a Moisés se reconocían al principio como un código interno y para que no se enteren los demás…se decía se te nota la hilacha, cuando les salía los flecos hacia afuera de la vestimenta.
Podríamos decir que el “se te nota la hilacha” es te salió la verdad, te salio lo que sos. Muchas veces en sentido peyorativo.
Cada vez que quiero rebelarme acarició mi talit y sus flecos, me preocupa que no se me note la hilacha.
La hilacha siempre es señal de rebeldía, de libertad, de congruencia con tu verdadera identidad, aunque quieran someterte. #explóralo.

Mientras escribo me acompaña mi talit y me recuerda que hay tanto para mostrar la hilacha, en un mundo que se empecina en convertirte a un pensamiento único.
Mostras tu hilacha o tu domesticación?
¿Cuál es tu pensamiento hilacha más digno?
Compartilo y recuperamos la rebeldía con causas que encauzan.
Los leo, conversemos.


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