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Cascos celestes. Conversaciones poderosas.

Decalogo del voluntario.

1.En el voluntariado necesitamos descubrir la complejidad de los procesos sociales. Los pro­blemas sociales tienen la forma de una tela de araña. Precisamos una buena información.

2.El voluntariado sólo tiene sentido cuando no pierde de vista el horizonte de la emancipación; es necesario dar ternura a un enfermo terminal, o acoger a una persona que lucha contra una adicción, pero ello debe ser un paso más en la búsqueda de soluciones a las causas de la mar­ginalidad y del sufrimiento.

3.La acción solidaria  es una opción libre con una triple aspiración: la estima de sí mismo, la solidaridad  con los demás y el compromiso por una sociedad justa.

4.El voluntariado no es una coartada para des­mantelar los compromisos del Estado, sino más bien para  reclamarlos. Si nuestra presencia voluntaria es,en algún momento, un pretexto pa­ra que la Administración se retire o reduzca sus esfuerzos, el voluntariado habrá entrado en zo­na de peligro.

5.La acción voluntaria es como una orquesta a la que debemos exigirle coordinación, coheren­cia y concentración de esfuerzos. La fragmenta­ción no conduce a nada: en el equipo cada cual juega en su propio lugar colaborando con el res­to en función de la partida.

  1. El voluntario ha de tener competencia huma­na ,y calidad técnica. La buena voluntad no basta .Si, por ignorancia o por incompetencia, hicieramos sufrir a una persona frágil, aunque fuese con la mejor intención, sólo lograríamos aumentar su impotencia y su marginalidad.

7.El voluntario ha de ganar espacios en las clases populares­. No puede ser una institución que interesé sólo a las clases medias, ni a quienes les sobra el tiempo. Más bien responde al ejercicio de la ciudadanía que se responsabiliza de los asuntos que afectan a todos.

8.El voluntariado estima al profesional de la ac­ción social y buscará siempre la complementa­riedad. Pero, por eso mismo, no podemos convertirnos en auxiliares ni en correa de transmi­sión, sino que defendemos el espacio de liber­tad y de acción que nos es propio.

9.En el voluntariado necesitamos hoy discipli­nar nuestra acción. Las mejores iniciativas se pierden por incapacidad de someterlas a un programa, a unos objetivos, a un método, a unos plazos a una dedicación seria, a una eva­luación. La buena intención es un camino via­ble si hay disciplina: si no la hay, es un fracaso.

10.La, acción voluntaria requiere reciprocidad. No se orienta simplemente a la asistencia o ayuda al otro , sino  al crecimiento de ambos. La es­tima del otro sólo exige la acogida, sino que además espera una respuesta análoga.

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